Catalogar a un edificio o infraestructura de “verde” no se refiere a que esté pintado con ese color, sino a que su concepto responda a los parámetros de una construcción ecoeficiente.
El arquitecto Pedro Torrijos, en un artículo publicado en el portal de noticias ElEconomista.com, explica que la arquitectura sostenible reduce el gasto de energía, pero no solo con el producto final, sino durante todos los procesos que implica concretar la construcción: la elección de los materiales, el transporte usado para los traslados a la obra y el mantenimiento energético del edificio.
Torrijos advierte que, sin embargo, la meta de cero emisiones de CO2 es aún prácticamente imposible de lograr porque para ello es necesario estandarizar y modificar los procesos implicados. Cita un ejemplo en su artículo: “mientras las excavadoras que extraen los materiales, los camiones que los llevan a la obra y las grúas que los colocan en su lugar correspondiente sigan teniendo unos estupendos motores diesel, las emisiones contaminantes nunca van a desaparecer por completo”.
Progreso en la materia:
El especialista, no obstante, se mantiene optimista. Resalta que en estos últimos años en España sí ha existido un avance en la apuesta por disminuir el consumo energético en los edificios residenciales. Describe la existencia de una llamada “arquitectura pasiva” donde la infraestructura destina la mayoría de su rendimiento energético y de agua a sistemas que fueron incluidos en el diseño base de la construcción y que son de fácil cuidado. Algunos de estos sistemas implica invertir en aislamientos térmicos, herramientas para aprovechar la luz solar y dispositivos para hacer un uso óptimo y apropiado del agua, entre otros.
Un incentivo para este tipo de construcciones se trata del sello “Passivhaus”, un estándar creado por los ingenieros Wolfgang Feist y Bo Adamson que se concede a las residencias que reduzcan su consumo de energía al mínimo o a menos de 10% de lo que consumiría una edificación tradicional.
Para lograr este reconocimiento, las construcciones deben enfocarse en tareas como aumentar y mejorar el sistema de aislamiento en la fachada del edificio y en vidrio, eliminar los puentes térmicos o instalar sistemas de ahorro y reutilización del agua. Previamente, será necesario estudiar las orientaciones de los espacios vivideros de acuerdo con las características climáticas de la localidad donde se alzará el edificio, ya que esto permitirá optimizar los dispositivos de ahorro térmico. “No se trata únicamente de poner más capas de aislante, sino de elegir correctamente cuántas capas son necesarias y dónde ponerlas”, señala Torrijos.
La sostenibilidad puede tener un alto coste, al menos más que los trabajos a realizar en una infraestructura convencional, por lo que es lógico que existan apenas 15.000 viviendas con el sello Passivhaus en el planeta; 140 de ellas están ubicadas en España. No obstante, Torrijos insiste en que, aunque el valor de la obra será alto, el ahorro en mantenimiento compensará sin duda la inversión. Asegura que si una vivienda puede llegar a gastar 1.000 euros al año en calefacción y aire acondicionado, pasaría a requerir solo 100 euros y considerando que la vida media de un edificio son 50 años, calcular bien le dará la razón.
Crítica:
El arquitecto aclara otro mito: un edificio ecológico podría no tener ningún elemento vegetal. Afirma que un edificio verde puede tener cualquier forma y ocupar cualquier espacio. También agrega que una opción que abarata costos es el uso de materiales más ecológicos y más cercanos al área de construcción. Torrijos llamó a no dejarse influenciar por todo lo que se dice en internet sobre el tema, de hecho, criticó expresamente la definición de “bioconstrucción” que contiene la plataforma Wikipedia.
Desmiente que una construcción ecoeficiente evoque “la presencia de los cuatro elementos de la naturaleza” como la tierra, agua, aire y fuego o que la bioconstrucción no compagine con materiales rígidos, diseños rectilíneos o esquinas y rincones angulares. “No, a ver, eso no es arquitectura ecológica ni sostenible ni respetuosa con el medioambiente, eso es la casa de los hobbits en El señor de los anillos si Frodo Bolsón le hubiese añadido abundantes productos psicotrópicos a las pipas de tabaco que se fuma”, expresó.
Opina que la arquitectura verde no debe ser una especie de truco publicitario de los países para hacerse pasar por sustentables o una moda en las tendencia del diseño, sino que es necesario que se entienda su importancia para el futuro y la conservación del medioambiente.